Preámbulo

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IHS. Santa María de Aratú, a 28 del mes de octubre de 1701


Como le hube prometido a Vuestra Merced tiempo ha, con esta carta mía le mando la relación del hermano Antunes, para que así conozca Su Reverendísima de primera mano lo que a mí ya me contó en su momento.
En dicha relación habla el hermano Antunes de los desmanes y agravios cometidos contra los indios por la bandeira de Guillermo Falcao, persona de tan infausto recuerdo para la causa nuestra. Asímesmo, relata los extraños sucesos que supusieron la desaparición en la selva de la dicha bandeira y la muerte de su capitán.
Bien sé que dichos extraños sucesos puedan resultar fantasiosos y ser producto del pensamiento de un demente, pero puedo asegurar a Vuestra Merced que el hermano Antunes, por el que yo pondría la mano en el fuego, no es ningún loco, y creo plenamente en su palabra y en lo que dice que vio, o creyó ver.
Nada sabemos de los misterios que encierran estas selvas tan frondosas, pero yo me guío por quienes las conocen mejor que nadie, que son los indios. Y ellos, a través de sus leyendas, saben de lugares en los que se puede penetrar y en los que no, y de lugares que hay que respetar, pues la muerte puede estar acechando en silencio.
Es por esto que ruego a Su Reverendísima tenga en consideración este testimonio que le mando y le aconsejo de la conveniencia de darlo a conocer de la forma que Vuestra Merced vea oportuna, pues sería una buena manera de evitar que muchos se aventurasen a adentrarse en estos territorios, designados a la Compañía, en busca de oro o esclavos.
Como bien sabrá, las incursiones de bandeirantes se siguen produciendo, tanto en los territorios nuestros como en los de otras Órdenes. Y todos sabemos que, aunque podamos recurrir a nuestro legítimo derecho a defendernos, haciendo uso de la fuerza llevaríamos claramente las de perder. Dios no lo quiera.
Todo sea por la continuación de nuestra labor misional y apostólica con los indios que en su momento defendiera con pasión nuestro queridísimo y respetado Padre Vieira.

En todo amar y servir,

Mathias Kramer

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